Galicismos

Disipar las dudas

Posted in reflexiones by Galicismos on 4 Mai 2020

« Una profundidad exagerada debilita el pensamiento y aumenta su perplejidad« 

Edgar Allan Poe

El éxito de las teorías de conspiración reside en nuestra costumbre de olvidar, aunada al desinterés general por la Historia. Si bien los acontecimientos no se repiten, pues las condiciones cambian, hay algunos elementos constantes de las organizaciones humanas que prevalecen y de las cuales podemos aprender. Esto pide un poco de humildad y resignarnos a aceptar nuestro carácter humano a pesar de la nanotecnología.

En los últimos meses nos hemos vuelto todos epidemiólogos. En nuestras conversaciones usamos un lenguaje especializado del cual no habíamos oído hablar a propósito de síntomas, secuelas, características virales y todo el arsenal lingüístico que lo acompaña.

Entramos de manera virtual algunos y otros, lamentablemente, de manera real a la sala de emergencias donde descubrimos el cotidiano de los verdaderos especialistas. Mientras ellos, expertos de esas circunstancias, estaban sorprendidos y cansados, nosotros quedamos más que preplejos. Sin tener los conocimientos ni la experiencia necesaria, nuestra reacción ante la medicina de catástrofe que se efectuó en algunos lugares nos llenó de horror para dejarnos luego en un bloqueo. Sin embargo, de acuerdo al testimonio de urgentistas, su cotidiano es ése justamente, tomar  decisiones vitales.

El tiempo libre, consecuencia de la cuarentena, nos ha permitido leer las notas de quienes vivieron o se inspiraron de otras epidemias como la peste, el cólera y la gripe. La verdad es que habíamos olvidado la recurrente plaga justiniana que atacó en 542, 543, 573, 586 y 750 dejando entre 25 y 50 millones de víctimas. Olvidamos también que nada pudo detener el paso de la peste de 1348 desde Oriente hasta el Viejo Continente siguiendo las rutas comerciales. Hasta cierto punto, quedamos atónitos ante su aparción, la convivencia forzada con la plaga y luego su desaparición,  como en la novela del escritor francés Albert Camus.

Pero ¿qué nos vuelve tan ingenios hasta llegar a creer que no habrá más plagas? Justamente esta ingenuidad nos hace buscar en lo increíble las más diversas explicaciones.

Si hacemos referencia a la pandemia actual, cabe recordar la gripe española de 1918 y su enorme número de víctimas: ¡de 30 a 50 millones! Más que los 10 a 30 millones de muertos durante la Primera Guerra Mundial, más que la población de un país de talla mediana hoy en día. El virus atacó en tres etapas, siendo la segunda y tercera las más penibles.

El virus de la gripe española, que en realidad no conoce nacionalidad ni fronteras, fue siempre « extranjero ». Es por un azar de circunstancias, debido a la censura por tiempos de guerra, que se le dio malamente el supuesto origen español, país neutro y cuya prensa podía seguir publicando libremente. Los franceses en guerra no tardarían en resonsabilizar a los alemanes

Francia vivió dos grandes epidemias de gripe en este siglo, en 1957 (20 mil muertos) y 1969 (30 mil muertos), sin embargo  el crecimiento económico de los años depués de la Segunda Guerra Mundial  (les Trente Glorieuses) los hizo pasar a segundo plano. Tanto que apenas hoy son recordados.

A nivel mundial, los casos de gripe más recientes, como el SRAS en 2003 o el H1N1 en 2009, parecen haber pasado sin dejar suficientes lecciones para todos.

Afortunadamente los organismos vivos no olvidan tan fácil, los anticuerpos de epidemias pasadas han estado ahí de alguna manera para contrarrestar la fuerza mortífera de las plagas. Tenemos el caso de sobrevivientes de la gripe española que libraron también la gripe del 1957. Sin embargo es una batalla aleatoria en la que se espera que las mutaciones del virus no sean rápidas.

Para evitar informaciones dudosas que terminan en teorías conspiracionistas, los líderes políticos deberían de tomar seriamente sus responsabilidades. China debería, por ejemplo, ayudar a esclarecer junto con la OMS el origen del virus de la forma más abierta posible. El presidente norteamericano debería por su parte aceptar sus errores en el manejo de la crisis, justo como muchos otros poliíticos están haciendo o tendrán que hacer. De nada sirve distraer la atención pública dando recetas altamente tóxicas o inculpando al gobierno chino sin presentar pruebas. Y nosotros no deberíamos de olvidar leer libros de Historia.

Laisser un commentaire